En esta nueva entrada vamos a conocer la auténtica epopeya de una expedición naval y militar que tuvo lugar en tiempos del Rey Carlos III, y que podría, sin lugar a dudas, servir de guión para una de esas clásicas películas de aventuras por los Mares del Sur, con rebelión a bordo incluida.
En la misma encontramos la figura de un cullarense, Bartolomé Millán, cabo de Infantería de Marina nacido en Cúllar hacia 1750, y que fue importante protagonista en la parte final de esta historia, la historia de la primera vez que el Reino de España tomaba posesión de la Isla de Fernando Póo, actual Guinea Ecuatorial.
Tras
el tratado hispano portugués de San Ildefonso (1777) y de El Pardo (1778), por
los que Portugal cedía a España las islas guineanas de Fernando Poo y Annobón,
junto con derechos de trata esclavista y libre comercio en un sector de la
costa del golfo de Guinea, era necesario para la corona española tomar posesión
física de estas islas, para lo cual se
constituyó una expedición militar para recibir de manos portuguesas estos
nuevos enclaves africanos.
En
la bahía de Boloko, el Conde de Argelejo desembarcó tomando posesión del lugar
en nombre de Carlos III, construyéndose así la pequeña población de San Carlos
(actual San Carlos de Luba).
“Año del nacimiento de
Nuestro Señor Jesucristo de mil setecientos setenta y ocho, a los veinticuatro
días del mes de octubre, en esta isla de Fernando Póo, estando presente como
comisario de la Reina Fidelísima Nuestra Señora el ilustrísimo fray don Luis
Cayetano de Castro, fidalgo de casa de la misma Señora, caballero de la
Religión de Malta y capitán de Mar y Guerra, comandante de la fragata
"Nuestra Señora de Gracia", y por parte del Rey Católico el
ilustrísimo conde de Argelejos, también con comisión de su Soberano, hallándose
ambos presente con las demás personas que los acompañaban, fue dicho en
presencia del escribano de dicha fragata que el referido fray don Luis Caetano
de Castro, en virtud de las órdenes y comisión que recibió de la Reina
Fidelísima Nuestra Señora, y en la mejor forma habida en derecho, cedía y
dimitía toda la jurisdicción, regalías, dominio, acciones y derechos que su
Soberano tenía en esta isla de Fernando Póo a S. M. el Rey Católico de España,
para que el mismo Señor y sus sucesores la gocen y posean como suya propia y
pertenezca al Reino de España, para lo cual, y en virtud de los poderes
suficientes de que está revestido dicho señor Cayetano de Castro, la da por
desmembrada del Reino de Portugal, y el citado comisario español, señor conde
de Argelejos, dijo que aceptaba la referida cesión y dimisión por parte y en
nombre de sus soberanos, y en virtud de aquélla y de los poderes de que se
halla investido lanzó tierra al aire y quebró ramas de los que hizo los demás
actos posesorios, diciendo en altas voces, de modo que todos los presentes lo
entendieron, que en virtud de la comisión que tenía del Rey Católico, su
soberano, tomaba posesión de esta isla de Fernando Poo como perteneciente al
Reino de España, para que de hoy en adelante reconocieran sus habitantes a
dicho Soberano como su Rey, con pleno y supremo poder.
Y yo, Juan Thomas de
Silva Mattos, escribano de la fragata "Nuestra Señora de Gracia",
escribo esta acta por mandato del ilustrísimo fray don Luis Cayetano de Castro,
siendo de todo ello testigos que consigo firmarán abajo, así como los dos
comisarios citados en esta bahía de Fernando Poo, a los veinte y cuatro días
del mes de octubre de mil setecientos setenta y ocho.”
A partir de ese momento, la isla formó parte administrativamente de la Gobernación de Fernando Poo y Annobón, integrándose, junto a resto de territorios españoles de la Guinea, en el Virreinato del Río de la Plata, pero las desventuras del viaje no había hecho nada más que empezar.
Al
parecer el Oficial no hizo mucho caso a lo expuesto por sus subordinados,
incluso se burló de ellos, por lo que momentos después fue detenido y hecho
preso. Consumado el hecho, el Sargento mando cargar en los navíos todos los
efectos y pertrechos con el objetivo de abandonar la isla, temiendo también
que los nativos pudiesen irrumpir en la guarnición y hacerse con algunos
enseres indispensables para su propia supervivencia.
Así
las cosas el 31 de octubre se hicieron a la mar, junto con Primo de Rivera
esposado, llegando a la isla portuguesa de Santo Tomé el 16 de noviembre, donde
las autoridades lusas reconocieron como único Jefe Militar a Primo de Rivera,
liberándolo, dando así comienzo al sumario por rebelión contra los soldados
españoles que se habían amotinado.
Los
reos, que de inmediato pasaron a disposición judicial, eran los siguientes (la
mayoría andaluces): Sargento Jerónimo Martín, natural de Cañete la Real, Reino
de Sevilla, Cabo 1º Bartolomé Millán, natural de Cúllar Baza, de 30 años de
edad, Cabo Juan del Águila, natural de Zurgena, Cabo Joaquín León, natural de
Priego, Cabo Antonio Borrego, natural de Lucena, , soldado Antonio Prados,
natural de Granada, artillero Cristóbal Medina, natural de Baza, soldado
Fernando Manteyga, natural de San Martín de Visantoña, Galicia, y el ranchero,
Pedro Giménez, natural de Jimena, reino de Jaén.
El
juicio no se celebró en tierras africanas toda vez que no se disponía de Oficiales
competentes para iniciar el Consejo de Guerra, por lo que hubo que esperar
hasta que lo que quedaba de la expedición, pudiese poner rumbo a Montevideo, el
30 de diciembre de 1781, tras 24 jornadas de dura singladura fondearon por fin en tierra americana, el 23 de enero
de 1782, día en que llegaron a Bahía de Todos los Santos, costa de Brasil.
Allí
permanecieron por espacio de un año dado que los barcos se encontraban en
pésimo estado, y además no tenían dinero para repararlos, hasta que finalmente
arribaron a la hermosa bahía de Montevideo, el 12 de febrero de 1783.
De
los casi 150 hombres que partieron hacia el Golfo de Guinea en abril de 1778,
tan solo regresaron 26, entre ellos el cullarense Bartolomé Millán, cuatro años
y diez meses después de su partida.
Los
procesados fueron enviados a prisiones militares mientras comenzaba el juicio,
pero afortunadamente el Teniente Coronel D. Joaquín Primo de Rivera quiso
perdonarlos a todos de la segura muerte por rebelión a bordo de un navío del
Rey, por lo que redacto un memorial en el que solicitaba el indulto de todos
ellos “en consideración a los fuertes
motivos que conoce llegaron a afligir el espíritu de estos reos para cometer el
delito con el deseo de salir de aquella isla por los infinitos trabajos y
miserias que experimentaban, y en el ejemplo de las repetidas muertas y
enfermedades que padecían, les perdona el agravio que en ello recibió, pidiendo
a S. M. que por lo menos se dignase a indultarles de la pena de muerte a la que
tal vez pueda juzgársele acreedores.”
Sin
ninguna presencia española, la abandonada Isla de Fernando Poo continuó formando
parte de las posesiones de nuestro país en el Golfo de Guinea, habría que
esperar más de 65 años para que de nuevo otra expedición militar española
volviese a pisar aquellas tierras africanas y ejercer la jurisdicción real, ya
en tiempos de Isabel II.
Epílogo
De nuestro heroico paisano nada más sabemos, quizás decidiera dejar la Real Armada y regresar a España, al pueblo que le vio nacer, o quizás se embarcara de nuevo en otra de aquellas épicas expediciones navales, militares y científicas, que tan importantes fueron durante todo el Siglo XVIII.
Quede para la historia nuestro emotivo recuerdo para aquellos hombres que surcaron los mares en tiempos difíciles y llenos de descubrimientos , entre ellos Bartolomé Millán, el primer cullarense en la historia de Guinea Ecuatorial.
Nota: Datos obtenidos del libro “El Brigadier
Conde de Argelejo y su expedición militar a Fernando Poo en 1778” escrito por
Manuel Cencillo de Pineda. Instituto de Estudios Africanos. Madrid 1948.
Quisiera hacer notar el hecho de que si bien los españoles sufrieron el azote de la malaria y en consecuencia murieron la mayoría de los expedicionarios, sobretodo por esta causa, ¿Cómo es que los habitantes portugueses de las islas del Príncipe y de Sâo Tomé no se sabe que fuesen víctimas de tal azote? En el acto de toma de posesión de Fernando Poo estuvieron presentes también todos los tripulantes y pasaje del "Nossa Senhora da Graça" y no se sabe que ninguno padeciera por causa del también llamado paludismo. El diario del Conde de Argelejo tampoco aclara este punto.
ResponderEliminarAgradezco su comentario que nos hace reflexionar sobre el contagio de la malaria en la expedición a Fernando Poo. Gracias por su interes
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