Esta es una historia romántica y épica, propia de la literatura española del Siglo XIX, y que tiene como principales protagonistas, por una parte, a un importante político y poeta de la primera mitad de aquel siglo, el Duque de Frías, Don Bernardino Fernández de Velasco, que con el tiempo llegaría a ser Presidente del Gobierno y Ministro de Estado, y por otra a su segunda esposa, Doña María de la Piedad Roca de Togores, que tuvieron la dicha de pasar su primera noche de bodas en la humilde casa de un vecino de Cúllar, en los convulsos años de la Guerra de la Independencia.
Pero antes de empezar con el relato, vamos a observar durante unos momentos este cuadro de la época.
Se trata de la conocidísima obra "Los poetas contemporáneos. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor." de Antonio Mª Esquivel, pieza capital del Romanticismo español. Considerado como el máximo testimonio gráfico del ambiente político e intelectual en tiempos del reinado de Isabel II.
El cuadro pintado en 1846, cuyo original se encuentra en el Museo del Prado, reúne en el propio estudio del artista a conocidos personajes de la vida literaria y también política del momento, la mayoría de clara tendencia liberal, que asisten a la lectura de una obra de poeta José Zorrilla. Entre los retratados encontramos a Martínez de la Rosa, Quintana, Campoamor, Bretón de los Herreros, Julián Romea, Javier de Burgos, Mesonero Romanos, y otros, que posan ante un óleo recién acabado con la figura de José de Espronceda, fallecido años antes.
Si nos fijamos en la parte derecha del mismo encontraremos a un personaje sentado en medio de otros tres, que nos mira fijamente, es D. Bernardino Fernández de Velasco Enríquez de Guzmán y López Pacheco, uno de nuestros protagonistas.
Nacido
en Madrid en 1783, y miembro de una de las más ilustres familias de la nobleza
española (seis veces Grande de España), el 14º Duque de Frías, ingresó muy joven como cadete en la Guardia Valona
(1796), en la que ascendió a teniente (1802). Al estallar la Guerra de la Independencia, en
1808 desertó del ejército francés, con el que servía en Portugal,
incorporándose al bando español. Luchó en varios frentes hasta 1811, año en que
se retiró a la vida privada con el grado de Coronel.
Una
vez finalizada la Guerra, y tras el regreso de Fernando VII, participó
en las Juntas de Daroca y Segorbe (1814), en las que aconsejó al rey
aceptar la Constitución .
Su significación liberal le hizo retirarse de la política al restaurarse el
absolutismo.
En
1820 fue llamado por los liberales para desempeñar la embajada en Londres,
desde donde realizó intentos de reconciliación con los revolucionarios rebeldes
sudamericanos. Vuelto a España en 1822 pasó a formar parte de la sociedad de
los "Anilleros", de talante liberal moderado. Nombrado consejero de
Estado, acompañó al Rey y al Gobierno a Cádiz durante la invasión de los Cien
Mil Hijos de San Luis. Tras el triunfo absolutista, se exilió con su
familia a la ciudad francesa de Montpellier, donde permaneció hasta 1828.
Muerto el Rey Femando VII, volvió a la política, ocupando una plaza en el Estamento de Próceres. Su elección como Senador por León (1838), donde era un importante terrateniente, significó su regreso a la vida pública.
Muerto el Rey Femando VII, volvió a la política, ocupando una plaza en el Estamento de Próceres. Su elección como Senador por León (1838), donde era un importante terrateniente, significó su regreso a la vida pública.
El 6 de septiembre de 1838 fue nombrado Presidente del Gobierno y Ministro de Estado. Su gabinete encontró
desde el principio la oposición de las cámaras legislativas, pues ni siquiera
los moderados le apoyaban. Todos estos factores le crearon una situación
insostenible, y el 9 de diciembre de 1838 dimitió tras consultar con varios ex
presidentes y destacados líderes moderados.
Retomó sus actividades privadas, y sólo volvió a la política en 1845, cuando fue designado Senador vitalicio por el nuevo régimen moderado. Cultivó la poesía dentro de una tendencia clasicista, alcanzando gran popularidad. Entró en la Real Academia de la Lengua en 1847. Amigo cercano a otros escritores de la época, llegó a ser padrino de bodas de Mariano José de Larra.
Retomó sus actividades privadas, y sólo volvió a la política en 1845, cuando fue designado Senador vitalicio por el nuevo régimen moderado. Cultivó la poesía dentro de una tendencia clasicista, alcanzando gran popularidad. Entró en la Real Academia de la Lengua en 1847. Amigo cercano a otros escritores de la época, llegó a ser padrino de bodas de Mariano José de Larra.
Como poeta, el Duque de Frías, nos dejó para la posteridad la que es quizá una de sus obras más populares, “Llanto Conyugal”. Precisamente en referencia a ese poema, inspirado por la muerte de la que fue su segunda esposa, Dª María Piedad Roca de Togores, el autor recrea en sus versos, los recuerdos de su boda y su primera noche nupcial que tuvo lugar en nuestra localidad.
Doña María de la Piedad Roca de Togores y Valcárcel, nacida en 1787 en Benejúzar (Alicante) era la octava hija del Conde de PinoHermoso. Joven, bella y culta, e inspiradora posteriormente del genio poético de su marido y de otros ilustres literatos como Larra, Nicasio Gallego, Ventura de la Vega, y el propio Quintana, este es el maravilloso retrato de su juventud.
En la primavera de 1811, y en plena Guerra de la Independencia, D. Bernandino se encontraba como Coronel de un Regimiento de Caballería Española en Cúllar, toda vez que la ciudad de Baza, y el resto de la provincia de Granada, se encontraba en poder de las Tropas Napoleónicas.
Ante la imposibilidad de trasladarse hasta Alicante donde residía su prometida, se vio obligado a casarse por poderes el 2 de junio, siendo representado en este acto por su propio cuñado. Cinco días después, conoce la grata noticia de que su reciente esposa había viajado hasta Cúllar para encontrase con él. El esposo, después de haber comandado la guardia aquella noche, acude a la villa cullarense a todo galope para reunirse con su amada y consumar de esta manera su matrimonio.
Ante la imposibilidad de trasladarse hasta Alicante donde residía su prometida, se vio obligado a casarse por poderes el 2 de junio, siendo representado en este acto por su propio cuñado. Cinco días después, conoce la grata noticia de que su reciente esposa había viajado hasta Cúllar para encontrase con él. El esposo, después de haber comandado la guardia aquella noche, acude a la villa cullarense a todo galope para reunirse con su amada y consumar de esta manera su matrimonio.
Esta es la bella historia, que
aparece en el libro “Apuntes para una Biblioteca de escritores españoles
contemporáneos en prosa y en verso”, Tomo I, por D. Eugenio de Ochoa. Impreso
en París en 1840 en la Librería Europea de Baudry.
“Hallándose el autor en las inmediaciones de Baza, durante la Guerra
de la independencia, mandando el Regimiento de Dragones de Pavía, recibió en la
tarde del tarde del 7 de junio de 1811
la noticia de haber llegado á Cúllar
doña María de la Piedad Roca de
Togores (hija de los Condes de PinoHermoso), con quien había contraído
matrimonio por poderes en la ciudad de Alicante el día 2 del mismo mes. Aquella
noche le tocaba cubrir con su Regimiento la guardia de toda la línea del ejército y hacer la
descubierta á la mañana siguiente. Así se verifico, y después de reconocer el
campo enemigo, y de ser relevado por tropas de refresco, marcho á reunirse con
su mujer en Cúllar, donde ratificaron el matrimonio alojados en casa de un
honrado labrador. Por consiguiente toda la siguiente estrofa es de rigurosa
verdad histórica.”
Y este es el fragmento de su famoso poema "Llanto Conyugal", escrito años después, en 1830, tras la prematura muerte de su joven mujer, en el que el Duque de Frías recuerda aquel día en que se encontró por primera vez a solas con su llorada esposa.
Cuánto recuerda mi angustiada mente
El venturoso día, que la juré mi amor, juró ser mía
Solo amor la ofrecí, que del paterno
Estado, presa de ambición extraña,
Solo pude salvar un noble acero
Para hacer frente al invasor de España,
Y un lozano bridón, fiel compañero
De mis duras fatigas,
En que á los ecos del clarín guerrero,
Cansado y polvoroso
De combatir las huestes enemigas,
Al ara conyugal corrí gozoso
El venturoso día, que la juré mi amor, juró ser mía
Solo amor la ofrecí, que del paterno
Estado, presa de ambición extraña,
Solo pude salvar un noble acero
Para hacer frente al invasor de España,
Y un lozano bridón, fiel compañero
De mis duras fatigas,
En que á los ecos del clarín guerrero,
Cansado y polvoroso
De combatir las huestes enemigas,
Al ara conyugal corrí gozoso
No las sacras antorchas reflejaron
Mármol bruñido y regios artesones,
Sino el hierro marcial de los pendones
Que en la patria defensa tremolaron.
De un bondadoso agricultor el lecho
Fue el tálamo nupcial; sirvió mi espada
De espejo á la beldad que el alma llora,
Y en amor y valor mi pecho ardía....
Campos famosos de la antigua Baza,
Eternos sois en la memoria mía.
De espejo á la beldad que el alma llora,
Y en amor y valor mi pecho ardía....
Campos famosos de la antigua Baza,
Eternos sois en la memoria mía.