Documento Archivo Historico

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Archivo Historico de Cúllar. Siglo XVIII

martes, 5 de agosto de 2025

Calles con Historia (III).- La estirpe familiar de los Pérez Malagón: Dos apellidos que dieron nombre a una Calle Cullarense y a un Ídolo Prehistórico.

 

Ayuntamiento de Cúllar a principios del Siglo XX. A la izquierda la Calle Pérez.

Fotografía por gentileza del historiador Javier Castillo. (Imagen original Editorial Alberto Martín)


                    

Introducción.- 

Durante las excavaciones realizadas por el Departamento de Prehistoria de la Universidad de Granada en el Yacimiento Arqueológico del Poblado de Malagón, término municipal de Cúllar, en los veranos de 1975 y 1985, los arqueólogos pudieron recuperar dos figuras talladas con forma humana. Una de marfil con aspecto masculino, que había sido hallada en los campos cercanos, y otra de alabastro, claramente femenina, que apareció en la segunda excavación, en una de las cabañas que conforman dicho yacimiento.

Ídolo Masculino de Malagón 
(Museo Arqueológico de Granada)


Ídolo Femenino de Malagón
(Reproducción comercial de la empresa paleorama.es)

La estatuilla que representa una figura masculina, es una talla de gran valor artístico e histórico, ya que hasta la fecha, es la imagen antropomórfica más arcaica del Sureste Andaluz, y se creé que puede tener una antigüedad de más de 4.000 años. La femenina,  menos conocida, es una clara muestra de escultura prehistórica relacionada con  los cultos a la fertilidad y la reproducción.

Este poblado prehistórico de Malagón, perteneciente a la Edad del Cobre, está situado dentro de las tierras de labor del Cortijo que le da nombre, y que se encuentra a unos 200 metros al sur del yacimiento, por lo que, desde el descubrimiento de la pequeña escultura de marfil, se le conoce popularmente como el “Ídolo de Malagón”.

En este artículo pretendemos dar a conocer la historia de una de las calles más populares del casco urbano de Cúllar, la Calle Pérez, a la vez que sacamos a la luz la relación de ésta con el apellido Malagón y la estirpe de una familia de gran importancia y poder en el Cúllar de los Siglos XVI, XVII y XVIII, aportando datos y documentos hasta ahora inéditos en la historia local.

El origen de la Calle de Los Pérez.-

La Calle Pérez, es una de las arterias principales que desembocan en la Plaza Mayor de Cúllar, desde tiempo  inmemorial conectaba dicha plaza con las Eras y Ermita de San José, salida y entrada natural por el Norte de la población.

Plano de Población de Cúllar - Año 1930
(En azul ubicación de la Calle Pérez)

 Se trata de una vía en pronunciada pendiente, sobre todo en su tramo final,  que discurre al Poniente del edificio del Ayuntamiento de Cúllar, y que tuvo desde siempre una importancia urbanística de gran interés.

Calle Pérez a principios del Siglo XX y en la actualidad


En ella se encontraba a finales del Siglo XVI la llamada “Casa Tercia”, un antiguo almacén municipal donde se almacenaban y guardaban las Tercias Reales, el impuesto en especie (generalmente trigo o cebada) que cada agricultor debía pagar de su cosecha anual al Rey. 

Esta Casa Tercia, o Pósito viejo (antecedente de lo que años más tarde, en 1771 sería el nuevo Pósito de la Villa, construido al final de la Calle Pérez, actual Plaza del Pósito) se encontraba a espaldas del edificio de las Casas Capitulares del Ayuntamiento, justo detrás de la Real Cárcel de la Villa, que además de acopiar el trigo en sus paneras, también servía como almacén de la pólvora y municiones del Concejo.

Sabemos su ubicación gracias a varios documentos y acuerdos del Cabildo Cullarense, ya en 1744,se alertaba del peligro que suponía tener cerca de la cárcel el depósito de armamento y el depósito de grano, a la vez que el Pórtico del Ayuntamiento servía como lugar de reunión y mentidero de los vecinos.

“Se hizo presente se estaba experimentando graves perjuicios el que el Pórtico de estas Cámaras estuviese sin custodia alguna, y en el todos los días y de continuo se hallaba lleno de gente, y por lo mismo sacando conversaciones no muy aptas para el servicio de Dios y para la Real Justicia por servir de mentidero, y muchas personas se guardan de pasar por la Plaza para que no les molesten. Y para quitar estos inconvenientes y quedar mejor y más segura la Cárcel Real de esta Villa y la Calle de paso a su Pósito, se acordó, se pongan unas rejas de madera en los arcos de dicho Pórtico, y que tan solamente se quede una puerta, y a esta se le ponga su bastillo, y la llave la tenga el Alguacil Mayor de esta Villa.”

“Además, los señores del Cabildo alertaron la mucha contingencia que hay de permanecer en dicho Pósito el repuesto de Pólvora y Balas que esta villa tiene, por la mucha concurrencia que suele haber en el referido Pósito, y estar por debajo la Cárcel, en donde suelen encender lumbre, y sucederá alguna desgracia”. En vista de lo cual, acordaron se ponga dicha pólvora y balas en el Archivo de esta Villa, lo que se ejecutó, habiéndose pesado 11 arrobas y 3 cuarterones de balas, y 6 arrobas de pólvora en 200 papeles de a media libra. Todo ello se metió en un Arca y su llave quedó en poder del Sr. D. Joseph Muñoz, Regidor.”


Antigua Puerta Oeste del Ayuntamiento de Cúllar, que daba a la Calle Pérez y por la que se accedía al Pósito Viejo y a la Real Cárcel de la Villa.
                             

Las primeras referencias de la existencia de una calle con este nombre en el callejero cullarense, la encontramos en los registros del Catastro de Ensenada de 1752, en el que aparecen un total de 16 vecinos con casa propia y residencia en “el Barrio o Calle de Pérez”.

Años más tarde, en 1791, el nombre aparece ya ligado a una de las familias del municipio, lo conocemos gracias al testamento de Doña Bárbara Martínez y  Muñoz, viuda de Don Leonardo Muñoz Carrión, el más rico propietario de la localidad durante aquel siglo, ya que en el extenso listado de sus bienes declara poseer:“la casa principal que en la Calle de los Pérez, de esta población, ínterin de mi viudez he comprado a D. Alfonso Pérez Malagón, mi sobrino, la cual linda por la parte del mediodía con otra de D. Luis Muñoz, mi hijo, que ambas las heredé de D. Nicolás Martínez y Muñoz, mi hermano, ya difunto.”

Según la documentación existente, la mayoría de los avecindados en esta calle pertenecían a las principales familias de la localidad de la época, ricos hacendados y grandes ganaderos, dada su cercanía a la Plaza mayor, al propio Ayuntamiento, y al centro histórico y comercial de la población.

De hecho, a finales del Siglo XVIII, el hidalgo Don Fernando Martínez Cañabate, natural la Villa de Huéneja, trás contraer matrimonio con la rica heredera cullarense Doña Juana Muñóz y Martínez, construyó, en 1776, una elegante casa señorial en la Plaza de Cúllar, esquina con la Calle Pérez, que años más tarde sería conocida como Palacio de los Marqueses de Cadímo.

Casa Señorial de los Martínez Cañabate y Muñoz. 

Pero de entre todas aquellas preeminentes familias, vamos a fijar nuestro estudio en la familia Pérez Malagón, objeto central de este artículo, y principal hipótesis de trabajo sobre el origen de la llamada “Calle de Pérez o de los Pérez” como así aparece en el callejero histórico de nuestra localidad,  y que relaciona directamente esta vía, con la poderosa familia de los Pérez Malagón.

Seguiremos a esta linaje cullarense a lo largo de varios siglos, para dar a conocer de donde provenían, a que se dedicaban, como consiguieron acceder a importantes puestos de la administración local y económica del municipio, sin olvidar sus constantes anhelos de  hidalguía y nobleza, en una Villa poco dada a la aristocracia.

Genealogía del Apellido Malagón.-

La primera referencia documental en la Comarca de Baza del apellido Malagón, lo encontramos tras la toma de la ciudad musulmana de Baza por los Reyes Católicos, y el posterior repartimiento de tierras entre los nobles y soldados que participaron en dicha contienda bélica.

Así en el año 1524, aparece en el Libro del Repartimiento de la Sierra de Baza, Pedro Malagón, pastor, al que se le otorgó una peonía, medida de superficie que se repartía entre los soldados de a pie que habían participado en la conquista de un territorio, y que se suponía era el terreno suficiente para mantener a un soldado y su familia.

En 1540 ya era dueño de una gran cabaña lanar con varios pastores trabajando para él, además, ese año fue recompensado por el Cabildo Bastetano con 100 maravedíes “por un lobo que mató”.

Descendiente de estos, encontramos en 1639, a Don Diego de Malagón, vecino de la Calle Encinas, hoy desaparecida, que formaba parte de la calle Agua de Baza, pero en su parte inferior, donde residían los grandes comerciantes, regidores, importantes propietarios y grandes ganaderos bastetanos, como es el caso. Obsérvese que el linaje familiar ya había incorporado el “don” delante del nombre, signo de nobleza e hidalguía, así como la preposición “de” antes del apellido, para aparentar más prestigio social.

Es de sobra conocido por los historiadores comarcales, que durante todo el Siglo XVI y hasta el primer tercio del XVII, los principales hacendados y regidores bastetanos, pusieron sus ojos en la llamada Tierra de Baza, ya que todas la Villas de la Hoya dependían, por entonces, administrativamente del Cabildo bastetano.

Y poco a poco, estos ricos propietarios y dirigentes de la capital de la Comarca, fueron comprando, por vía legal o forzosa, diversas tierras de labor y cortijos en distintas partes del Altiplano, especialmente las de mayor calidad y categoría.

Valga como ejemplo la descripción que aparece en el Catastro de Ensenada del propio Cortijo de Malagón en 1752, entonces propiedad de Don Joseph de Malagón, vecino de la Ciudad de Baza.

Fotografía del Monte, Tierras y Cortijos de Malagón.
(Foto original de Ramón J. Túnez)

“Una Casa-Cortijo perteneciente a D. Joseph Malagón en el pago que llaman de Malagón, distante dos leguas y cuarto de la Villa de Cúllar, con dos determinados, tiene doce varas de frente y nueve de fondo; linda a levante con D. Joseph de Robles, poniente tierras de la Venta Quemada, norte D. Nicolás Bober y sur tierras de Casa Bermeja y puede ganar por la mayor comodidad para la labor de sus tierras ocho ducados anuales.

Otra Casa-Cortijo en el pago de Malagón, distante dos leguas de la población, con dos determinados, tiene dieciocho varas de frente y doce de fondo; levante D. Joseph Robles, poniente con Venta Quemada, norte D. Nicolás Bober y sur con Casa Bermeja; y puede ganar por la mayor comodidad para la labor de sus tierras ocho ducados anuales.

Una pieza de secano perteneciente a este Cortijo en el pago de Malagón, distante nueve cuartos de legua de la población, cabida de trescientas treinta fanegas, las ciento de la mejor calidad, noventa de mediana, ciento diez de inferior y las treinta restantes de tierra inculta por naturaleza, por su mal suelo, quebradas de cerros; levante D. Joseph de Robles, poniente tierras de la Venta Quemada, norte tierras de D. Nicolás Bober y sur Casa Bermeja y del Conde Giraldeli.

Toda la cual dicha Hacienda tiene de pensión anualmente ochenta y tres reales, dieciséis maravedís en la forma siguiente: A la Fábrica de la Iglesia Parroquial de Señor Santiago de la Ciudad de Baza, diecinueve reales y veintinueve maravedís; a la Capellanía que en la Iglesia Colegial de dicha Ciudad de Baza fundó D. Francisco Garres, treinta y tres reales; y los treinta reales, veintiún maravedís restantes pertenecen a las Memorias que en dicha Santa Iglesia dotó y fundó D. Cebrián de Vargas.”

Cortijada de Malagón en la actualidad.
(Foto original de Ramón J. Túnez)

No era un hecho aislado. En el caso de Cúllar, estas son algunas de las principales familias bastetanas que por aquella época adquirieron fincas y haciendas a lo largo y ancho del extenso término cullarense, cortijos cuyos nombres todavía aún persisten en la toponimia local. Así lo denunciaban los vecinos de Cúllar en 1628, para justificar el proceso de Independencia de la ciudad de Baza:

Y estando la Villa de Cúllar en posesión de los montes, los Caballeros Regidores y otras personas poderosas de Baza, se hacen mercedes unos a otros y se meten en lo amojonado y deslindado para Cúllar, talando y rompiendo muy grandes montes de encinas, se apoderaron de la mejor tierra y abrieron 22 labores dentro de lo amojonado, imposibilitando a la Villa de Cúllar poder en su término criar ningún género de ganados. Y que la Justicia de la Ciudad de Baza aunque lo vea, no remedia nada, acudiendo los vecinos al Consejo de Hacienda de Población que reside en la Chancillería de Granada, pretendiendo que allí les habrá de amparar, por ser pobladores y censalistas de Su Majestad. Y que los señores de Baza que han abierto las labores y cortado los montes son los que aquí se insertan:

 “Cortijo de Don Juan Marín de Guzmán, Cortijo de Don Luis Bravo de Lagunas, Cortijo de Don Gaspar de Santaolalla, Cortijo de Morote, Cortijo de Don Luis de Alarcón, Cortijo de  D. Antonio Tortosa y Jordán, Cortijo de D. Álvaro de Luna y Alarcón, Cortijo de D. Antonio de Videra y Cabrera, Cortijo de D. Antonio de Santaolalla, Cortijo de D. Manuel de Malagón, Cortijo de D. Pedro Tarifa Dávalos, Cortijo de los herederos de D. Juan de Salazar, Cortijo de D. Antonio Segura, Cortijo de Doña María Verdugo, Cortijo de los herederos de Alonso Moreno,  y Cortijo de Doña Ana Vázquez.”

Pero son varias las preguntas que surgen a esta altura de la investigación: ¿En qué momento estos ricos hacendados de Baza, o sus descendientes, pasaron a formar parte, como vecinos, de la Villa de Cúllar? ¿Cuál fue el recibimiento que tuvieron por parte de la población local? ¿Cómo consiguieron acceder a los puestos de preeminencia y situarse en lo más alto de la escala social de la localidad?

Ya en 1573, sabemos que el bachiller Don Juan Malagón, tenía casa en Cúllar, gracias a un pleito judicial contra Gabriel Martínez y consortes, vecinos de Baza "sobre el quebrantamiento y robo que le hicieron en su casa de Cúllar y sobre la muerte de una esclava y esclavo que le mataron".

Años más tarde, en 1593, con motivo de la visita a Cúllar de Consejo de Hacienda y Población de Granada, para controlar la marcha de la Repoblación de los nuevos colonos que llegaron tras la expulsión de los Moriscos, aparece un tal Diego Hernández Malagón, “vecino y natural de esta, al cual se le repartieron dos suertes.”

Este Diego Hernández Malagón, consiguió ser uno de los mayores contribuyentes de la época, e incluso fue nombrado Alcalde Ordinario de Cúllar en 1595. Además, sus hermanos, Bartolomé, Gregorio y Juan Hernández Malagón, en algún momento de finales de aquel siglo también se avecindaron en Cúllar.

El caso es, que una descendiente de esta familia, Lucía Hernández Malagón, contrajo matrimonio en 1648 con Alonso Pérez, Alguacil de la Real Cárcel de la Villa y vecino de ella. Y de este enlace, nacería uno de los protagonistas de esta historia, Alfonso Pérez Hernández y Malagón, que al igual que sus hermanos, y demás familia, eliminó el primer apellido materno, y añadió el distintivo de “Don” a su nombre, para ser conocido a partir de entonces, como Don Alfonso Pérez Malagón.    

Don Alfonso Pérez Malagón. El nacimiento de una estirpe.-

Las huellas de Don Alfonso Pérez Malagón son todavía visibles en uno de los principales monumentos históricos del casco urbano de Cúllar, nos referimos al edificio del Ayuntamiento de la Villa, en cucha fachada aún se conserva una inscripción en piedra fechada en 1696,que hace referencia al año en que se construyó el inmueble, así como a las personas que formaban  parte del Cabildo cullarense como Alcaldes y Regidores en esa fecha.

Inscripción en piedra en la fachada de la Casa Ayuntamiento de Cúllar.


La transcripción del texto dice lo siguiente: “Esta obra se hizo, siendo Alcaldes, Don Mateo Muñoz del Barrio y Don Alfonso Pérez Malagón. Regidores, Juan Martínez Vallejo y Juan Rojo. Año de 1696.”

Don Alfonso Pérez Malagón nació en Cúllar entorno al año 1656. Y tuvo como hermanos a Pedro, Diego y Miguel Pérez Malagón. Con el tiempo todos consiguieron medrar en la sociedad cullarense gracias a sus extensas posesiones, eran dueños, entre otros, de los Cortijos de Matián y de Malagón, situados entre las mejores tierras de labor del término municipal, además eran grandes señores de ganado, especialmente lanar.

Los cuatro hermanos fueron ocupando cargos como Alcaldes y Regidores del Ayuntamiento en distintas etapas de su vida, destacando especialmente Don Miguel Pérez Malagón, que más tarde decidió hacerse clérigo, llegando a ser Cura Presbítero de la Iglesia Parroquial de la Anunciación de Cúllar, lo que no le impidió seguir poseyendo tierras e inmuebles, o ser dueño del Pozo de la Nieve de la Villa, todo lo cual le reportaba grandes sumas de maravedíes a su hacienda personal, a la par que ejercía de administrado de los bienes de los hijos del Señor de Cúllar

Pero volvemos de nuevo a la figura de Don Alfonso Pérez Malagón. Casado en 1688 con Doña María Muñoz, hija a su vez de otra de las familias más poderosas e influyentes de la Villa, los Muñoz de Mata. De este matrimonio nacieron cuatro hijos, Joseph (que al igual que su tío, siguió la carrera eclesiástica como Capellán), Joan, Miguel, Rita e Isabel Ana Pérez Malagón y Muñoz.

En 1691, el patriarca, Don Alfonso Pérez Malagón, obtiene su primer empleo como Alcalde Ordinario, por nombramiento del Señor de Cúllar Don Francisco José Montenegro.

En el antiguo régimen, los alcaldes ordinarios eran los que regían la administración local y además eran jueces en primera instancia en ausencia del alcalde mayor en el municipio. Por encima de estos se encontraba el Alcalde Mayor o Gobernador de la Villa, también nombrado directamente por el Señor de Cúllar, pero que este caso, solía ser un persona licenciada en Derecho y Leyes, ya que era la figura judicial de mayor jerarquía en la Villa, responsable de la administración de justicia en toda la Jurisdicción y hombre de toda confianza del dueño del Señorío.

Uno de los primeros acuerdos de gobierno de Don Alfonso Pérez Malagón, como Alcalde Ordinario, es el proyecto de construcción de la Casa Consistorial o Casa Ayuntamiento, de la que Villa carecía. De manera que en el Cabildo celebrado el 30 Julio de 1691, se aprobó un acuerdo “para la fábrica de una Sala para Ayuntamiento.”

“El Concejo Justicia y Regimiento de esta Villa, con asistencia de los Señores D. Juan Pérez Teruel, Gobernador y Justicia Mayor de ella; Pedro Abarca y Alfonso Pérez Malagón, Alcaldes; Agustín Martínez Vallejo y Juan Rojo, Regidores. Estando juntos como acostumbran, para tratar lo tocante al buen gobierno de la Villa, dijeron: Que por cuanto el Concejo se halla sin la comodidad de un cuarto para Sala de Ayuntamiento, donde dicho Concejo haga sus juntas y celebre sus cabildos, por lo cual se hacen y celebran en casas particulares y otros sitios y lugares indecentes y desacomodados. Sus Mercedes acordaron que en la Plaza Pública de esta Villa, arrimado a las Casas que tienen desiertas en ella, por ser la parte más apropósito, se fabrique un cuarto para Sala de Ayuntamiento, de obra fuerte y permanente y este con la decencia que se requiere para dicho ejercicio. La cual se principie luego que esta Villa se halle con algunos medios. Así principiada, los demás Oficiales que fuesen y sucediesen en dicho Concejo, servidos del mismo celo, serán quienes prosigan la dicha obra hasta ponerla en pie, valiéndose para ello de los medios más eficaces, por hallarse esta Villa con muy poca cantidad de Bienes Propios”.

La obra parece ser que dio comienzo con algo de retraso, debido a la falta de fondos económicos municipales, pero a pesar de ello, cinco años después, en 1696, estuvo finalizada, tal y como la atestigua la inscripción situada en la fachada del edificio consistorial a la que hemos hecho referencia anteriormente, donde aparecen los nombres de los Alcaldes y Regidores que ejercían como tales en la fecha de la finalización de la obra, y cuyas firmas encontramos en el Libro Capitular de ese año de 1696.

               Firmas manuscritas de los Alcaldes y Regidores que erigieron el edificio de la Casa Consistorial (Documento Libro Capitular de 1696)


Pero durante el mandato de Don Alfonso Pérez,  y de su compañero Don Mateo Muñoz del Barrio, no solamente se preocuparon de la construcción de la Casa Ayuntamiento, sino que, un año antes, elaboraron y redactaron unas Ordenanzas o Auto de Buen Gobierno, para regular diversos aspectos del régimen interior del municipio. 

Auto de Buen Gobierno de la Villa aprobado en el Cabildo del 2 Marzo de 1695.

Iº.- Que ninguna persona, de cualquier condición y estado, sea osado a fabricar casas ni edificio alguno, fuera ni dentro de esta villa, sin sacar título o licencia para ello, bajo pérdida de la obra que hubiese hecho.

IIº.- Que ninguno sea osado a mudar camino, ni fabricar eras, ni tomar trochas ni atajos por fuera del camino, ni echar setos en sus hazas ni bancales. Pena de 6 reales y pérdida de la obra que hubiese hecho.

IIIº.- Que ningún vecino sea osado a jugar Juegos de Naipes fuera de los muros de esta Villa, y dentro de esta ningún Juego prohibido. Pena de 18 reales y 3 días de cárcel.”

A partir de ese momento, la trayectoria social y política de Don Alfonso Pérez Malagón da un salto exponencial, cuando el Señor de Cúllar, en 1699, le entrega la vara de Teniente de Gobernador, que se encontraba vacante, debido a que anterior Alcalde Mayor, Don Antonio de Quesada y Pacheco, había sido condenado a cuatro años de destierro por la Sala del Crimen de la Real Chancillería de Granada.

Durante los siguientes años, y ya como Teniente de Gobernador, Don Alfonso  pone en marcha una serie de proyectos municipales de cara a poner orden en la administración local, entre los que hay que destacar, en 1701, una instrucción para conocer y amojonar los aguaderos públicos de ganado  existentes en toda la Jurisdicción, y que se encontraban en parte, ocupados o usurpados por particulares. Gracias a este acuerdo, que sin duda promovió por sus propios intereses personales como “señor de ganados”, podemos conocer todos los aguaderos y abrevaderos de ganado existentes en el término de Cúllar, a principios del Siglo XVIII, la mayoría siguen existiendo como fuentes o  manantiales de agua en la actualidad.

“Se puso de manifiesto por D. Alfonso Pérez Malagón, Teniente de Gobernador de la Villa, de cómo todos los sitios y ejidos públicos para Aguaderos y Descansaderos de los Ganados mayores y menores, están muy deteriorados y levantados los mojones que antiguamente se habían echado para su observancia por los labradores y personas que tiene tierras inmediatas, con la ambición y codicia de incorporarlos a ellas, ocasionando notable perjuicio al bien común de los vecinos y ganaderos de esta Villa.

Por lo que en la actualidad se había convenido investigar el estado y forma de dichos aguaderos, atentos a que no habían encontrado en los oficios de esta escribanía, instrumento alguno donde se justificare cuáles eran, ni sus mojones.

Por lo cual habían acordado que Marcos Marín y Julio López Marques, vecinos de esta Villa y personas de mucha edad, y que de niños se ejercitaron en el oficio pastoril, y por cuya causa tendrían buen conocimiento de dichos aguaderos, que bajo juramento declarasen los sitios y parajes donde estaban.

Y hecho el informe semanas atrás, dijeron que dentro del término de esta Villa, había los siguientes Aguaderos Públicos:

“La Venta y Balsa del Peral – El Pocíco de Serón – El Pozo del Sahúco - El Pozo del Abad – El Royo de Ortigosa – El Pozo de Malagón – La Fuente de la Venta Quemada – El Pozo del Ciruelo – El Pozo de las Vertientes – La Fuente de Orgalla – Las Tres Balsas del Margen – El Royo de Rozaimí – La Fuente de Pulpite – El Prado del Álamo.

Y dichos Peritos acompañados del Alguacil Mayor D. Feliciano Muñoz, habían pasado a dichos aguaderos para su apeo y amojonamiento, cosa que ejecutaron, excepto en el Royo de Ortigosa por no ser necesario y en el Pozo del Ciruelo, por estar perdido al presente”.

                                             Pilar y Abrevadero del Cortijo de Malagón.                                                  (Foto original de Ramón J. Túnez)

Hay que recordar, que por entonces, los grandes dueños de ganados eran parte de la aristocracia local por su poder económico e influencia social, y algunos de ellos formaban parte del Honrado Concejo de la Mesta, lo que les confería ciertos privilegios que a veces chocaban con los intereses de agricultores y labradores.

En relación los numerosos conflictos que acontecían a diario entre ambos colectivos, el Ayuntamiento, en abril de 1703, redacta una nueva Ordenanza para delimitar los derechos  de unos y otros.

“Se hizo requerimiento sobre cómo se debería llevar las denunciaciones que se hicieran de ganados en la Vega de esta Villa, y se determinó hacer copia y traer las Ordenanzas de la ciudad de Baza, por haber sido esta Villa de su jurisdicción, pero habiéndose sabido la necesidad de depositar 300 reales para hacer el traslado de las ordenanzas citadas, y respecto a la cortedad de medios de que esta villa se halla, se acordó hacer llamar a este Cabildo, a los señores D. Alfonso Pérez Malagón, D. Antonio Muñoz de Mata, D. Mateo Muñoz del Barrio, Alonso de Viñas y Felipe Sánchez, vecinos de esta Villa y labradores y ganaderos, para acordar lo siguiente:

1.- Que por cada manada de ganado que se aprehendiese y denunciase pastando en sembrado, siendo de lanar o cabrío, se le debe condenar, por la primera vez al dueño del ganado, a 18 reales, siendo de 100 cabezas arriba, y siendo de 100 cabezas abajo, a la mitad.

2.- Por una manada de yeguas, siendo de 10 cabezas arriba, 18 reales. Y de 10 cabezas abajo, la mitad.

3.- El ganado de cerda, siendo de 5 cabezas abajo, a real por cabeza, y de 5 arriba a real y medio.

4.- Por cada par de bueyes, 8 reales.

5.- Por cada para de mulas, 4 reales

6.- Por cada cabalgadura, 2 reales por cabeza, y llevando esta cría de sobre año, 3 reales.

7.- Por cada manada de vacas, en la misma forma que las yeguas.

8.- Y todos estos ganados, si se denunciasen de noche, sea la pena el doble.

Y así se guarde todo, así en las viñas y como en los panes, así antes de segarse como en sus cotos. Y lo mismo en los barbechos, estando recién regados o llovidos. Y por último, se declara, que estando sembrado el Pago Alto, puedan entrar a dar agua del Prado del Álamo para abajo, todos los ganados guardando los barbechos y sin hacer daños en los sembrados”.

Guerra de Sucesión. La Villa de Cúllar y sus beneméritos vecinos a favor del Rey Felipe V.-

Hacemos ahora una parada en la historia local, para hablar de un conflicto internacional que puso en guerra a media Europa a principios de aquel siglo, y que como luego veremos, también influyó en la vida del municipio cullarense y en la de sus vecinos.

En noviembre de 1700 fallecía en Madrid sin descendencia el Rey Carlos II, llamado popularmente “el Hechizado”. El último monarca de la Casa de Austria española, había nombrado en su testamento como heredero, al príncipe Felipe de Anjou, nieto del Rey Luis XIV de Francia, perteneciente a la Casa de Borbón.

A partir de ese momento surge una lucha por el control del Imperio Español, entre los partidarios del futuro Felipe V (Francia y una gran parte de España) y los defensores de los derechos dinásticos de su rival, el Archiduque Carlos de Austria (Inglaterra, Países Bajos y la propia Austria).

Daba comienzo lo que se conoce como la Guerra de Sucesión Española, un conflicto bélico que duró trece años, desde 1701 hasta la firma del Tratado de Utrecht en 1713.

Recreación de la Batalla de Almansa (1707)

La confrontación internacional tuvo diversas etapas, una veces a favor del bando Austriaco y otras a favor del bando Borbón, pero en el otoño de 1710, las tropas del Archiduque Carlos consiguieron llegar a las puertas de Madrid, donde residía, ya como monarca desde 1701, Felipe V.  Por lo que el Rey, ante la inminente toma de la capital del país por los enemigos, decide trasladar toda la Corte a la cercana ciudad de Valladolid, haciendo un llamamiento a todos sus vasallos para que defiendan con sus armas el reino.

De tal manera, que el 21 de Septiembre de 1710, se recibe en la Villa de Cúllar una carta del Capitán y Sargento Mayor, Gobernador de las armas de las Ciudades de Vera y Mojácar, por la que “se participa a Vuesa Merced, que Su Majestad (Dios le guarde) ha resuelto pasar con la Señora Reina, su mujer y el Príncipe, así como sus Tribunales, a Valladolid, y con tal motivo me ordena que con la mayor vigilancia y cautela, estén prevenidas todas las ciudades, villas y lugares con las Gentes de Socorro para cualquier llamamiento, y que sus Cuerpos de Guardia en ellos no salgan más afuera de las poblaciones que lo que se oyese al tambor o campana, para estar prontos a las armas en caso de que se les necesite”.

Rápidamente el nuevo Gobernador de la Villa muestra su adhesión y la de todo el pueblo a la causa borbónica, en los siguientes términos: “El licenciado D. Luis Joseph de Castilla, Gobernador y Justicia Mayor de esta Villa, vista el anterior despacho, dijo que esta Villa de Cúllar y todos sus vecinos están, como siempre lo han estado y estarán, prontos con sus personas, haciendas y vidas, hasta derramar la última gota de sangre en defensa de nuestro Rey y Señor Don Felipe Quinto (que Dios guarde) como lo acreditará la experiencia, siempre que asíse les mande.”

Unas semanas después, el 18 de Noviembre, se recibe otra orden, en este caso de la Junta Mayor de Guerra de la Ciudad de Granada, para que “En Baza y su Partido se forme una Compañía de Caballos, equipada de vestidos, armas y municiones para la defensa de este Reino, por la que se manda a las Justicias de las Villas, para que en cada una de ellas se haga registro de todos los caballos que en cada una hallase. Mandando a los dueños de ellos, no salgan con los mencionados caballos fuera de la jurisdicción, con apercibimiento de darlos por perdidos. Y así mismo se ordena que se haga también registro de las Armas de Fuego de cada vecino, mandando listado y testimonio de todas las existentes”.

De inmediato el Ayuntamiento elabora un listado, casa por casa, de los vecinos que tenía caballo así como escopetas, mosquetes y demás. Hay que puntualizar que en aquellos tiempos la posesión de un caballo era signo de riqueza, distinción e hidalguía, ya que este tipo de caballerías no se usaban en los trabajos diarios en el campo, ni como animales de carga, labor que recaía en los mulos, burros e incluso bueyes.

De esta manera y gracias a este documento, que se conserva en el Archivo Histórico Municipal de Cúllar, conocemos que el total de vecinos que disponían de caballo propio eran unos 11, entre ellos los principales hacendados y ricos propietarios, así como los más distinguidos dirigentes políticos de la Villa.

Incluso, aparece junto al dueño, la descripción “con pelos y señales” de cada caballería. Como ejemplo: “El caballo del Sr. Gobernador de la Villa, Don Luis de Castilla, que es de pelo castaño, de buen cuerpo, ambos pies y mano derecha blanca, estrella en la frente y de edad 8 año”. O el de nuestro protagonista: “El caballo de D. Alfonso Pérez, pelo castaño oscuro, pie izquierdo blanco y estrella en la frente, de buen cuerpo y de edad de tres años.”

Llegamos ahora a un momento crucial en la historia de la familia Pérez Malagón que define claramente los anhelos aristocráticos de este linaje,  que ya desde varias generaciones anteriores, habían mostrado su afán por ser incluidos como parte de la Nobleza de Sangre o de Privilegio.

Semanas después de quedar confeccionado el Listado de Armas y Caballos de la Villa para contribuir a la causa borbónica en la Guerra de Sucesión, llega la noticia de la presencia de un contingente de tropas y navíos anglo-holandeses, procedentes de Gibraltar, con el objetivo de tomar la ciudad de Almería, entonces perteneciente al Reino de Granada.

Al instante y según las órdenes recibidas de la Junta Mayor de Guerra de Granada, se procede a inscribir a los vecinos pudientes que están dispuestos a acudir al auxilio de la capital almeriense, con su caballo y arma propia, y que fueron los siguientes: “D. Diego de Mata, D. Mateo Muñoz del Barrio; Bernabé Jiménez Tamayo; D. Joseph del Castellar; D. Alfonso Martínez y Carrión; Alonso Díaz del Barrio; D. Juan Muñoz y D. Alfonso Pérez Malagón.

Oficial de Caballería Española durante la Guerra de Sucesión.

Aparte del presumible amor patriótico y el deseo de defender al Rey, de estos prohombres cullarenses, no podemos perder de vista, que detrás de este alistamiento voluntario también coexistía la aspiración, de que una vez finalizada la contienda, el monarca les concediera alguna clase de privilegios de nobleza e hidalguía, que algunos tanto anhelaban.

Y al menos dos de ellos lo consiguieron. Lo sabemos porque años después, en el Padrón de Vecinos conocido como el Censo de Marqués de Campoflorido o Vecindario General de España, iniciado en 1712 y finalizado en 1717, se solicita a todos los pueblos del Reino, que realicen un listado con todos los vecinos y casas donde viven. Así como el oficio del cabeza de familia, y el nº de personas que componen cada unidad familiar. Se trata de uno de los padrones  más antiguos y  detallados que se conserva en el Archivo Municipal de Cúllar.

En el mismo, aparecen como “Hombres Nobles”, dos de aquellos miembros de la oligarquía local que habían acudido al auxilio de la plaza de Almería: “Don Alfonso Martínez y Carrión, Fiscal de la Villa, y Don Alfonso Pérez Malagón, Teniente de Gobernador y Labrador.”

Pero a partir de ese momento, inexplicablemente, comienza el declive del linaje Pérez Malagón.

En 1716, Don Alfonso Pérez y dos de sus hermanos, Diego y Pedro, tras la muerte del cuarto hermano, el clérigo Don Miguel Pérez Malagón, deciden vender el Cortijo de Matián, la joya de la corona de la familia, al Capitán Don Luis de Alarcón y Molina, regidor de la ciudad de Baza. Este es un extracto de la escritura de compraventa: “Un cortijo de tierras de riego y secano con 7 casas de habitación. Una ermita de la vocación de Nuestra Señora del Rosario con los ornamentos y vestuario que hay dentro de ella, pajares, eras, habitación de labradores y todas las tierras de riego y secano, agua nativa, balsas y demás que le pertenece, que está en el Partido de Matián, termino y jurisdicción de dicha villa, cuyo suma se estableció en 80.940 reales.”




 

Cortijos de Matián. 
En primer plano la Ermita del Siglo XVIII
(Foto original de Ramón J. Túnez)

A la pérdida del patrimonio familiar, aunque vendido a muy buen precio, le siguió el declive en el ámbito político a nivel municipal, junto con el de otros compañeros de cabildos anteriores. Gracias a este escrito, fechado en marzo de 1717, sabemos que la mayoría de Alcaldes y Regidores de la Villa, de los últimos 8 años se encontraban presos, y a la espera de juicio, por la gestión del Pósito cullarense durante sus mandatos:

“D. Mateo Muñoz del Barrio, D. Alfonso Pérez Malagón, Pedro Moreno, Pedro Abarca, D. Miguel Romero, Pedro Gallego Baides, Alonso Díaz, D. Agustín Muñoz, D. Joseph Antonio de Castellar, D. Pedro Muñoz de Mata, vecinos de esta Villa y oficiales de Concejo que fuimos en ella los años pasados de 1709, 1710,1711,1712,1713,1714,1715 y 1716, ante VM como mejor proceda, por nosotros y demás compañeros, decimos que de mandato de VM nos hallamos presos en las Casas de Ayuntamiento de esta Villa por ciertas partidas de trigo que en el tiempo de nuestros oficios repartimos del caudal del Pósito de ella a diferentes personas que lo están debiendo como costa en la relación dada, por la que se hallan y nos hallamos imposibilitadas de poder pagarlas de pronto, si no es vendiéndose los pares de juntas de labor con que se cultivan las tierras. Por lo cual a VM pedimos y suplicamos nos sirva de conceder espera para la paga y reintegración de dicho trigo hasta el día 15 de agosto que viene de este presente año, y que se nos dé por libres de esta prisión.”

A partir de ese momento la figura de Don Alfonso Pérez Malagón, va desapareciendo poco a poco de la vida social cullarense, y ya mayor, con más de 66 años cumplidos, apenas figura en la documentación histórica de la Villa.

En diciembre de 1721 aún consta como vecino en el lista de Repartimientos de la Villa, pero al año siguiente ya no aparece él, y sí su viuda, Doña María Muñoz, por lo que hubo de fallecer durante aquel invierno de 1722.

 

Firma autógrafa de Don Alfonso Pérez Malagón


La Saga continúa.-

Recordamos que del matrimonio de Don Alfonso Pérez con Doña María Muñoz de Mata, nacieron cinco descendientes, tres niños (José, Juan y Miguel) y dos niñas (Rita e Isabel Ana).

El primogénito José Pérez Malagón y Muñoz, nacido en 1696,  alcanzó el estado religioso, y se trasladó a vivir a la ciudad de Baza, donde ejerció como Capellán, aunque desconocemos en que convento o capellanía bastetana lo hizo. Pero lo más importante para nuestro estudio, es que a la muerte de sus padres, heredó la casa familiar situada en la Calle Pérez, como así lo atestiguan los datos existentes en el Catastro de Ensenada de 1752, en dichos documentos ya aparece la denominación de esta vía cullarense como “Calle de Pérez, la situación de la casa, sus dimensiones y sus linderos:

 “Bienes pertenecientes a la Capellanía de D. Joseph Pérez Malagón. Presbítero ausente: Una casa en esta Villa en el Barrio y Calle de Pérez con dos determinados y un corral, tiene once varas de frente y seis de fondo. Limita por Poniente con la dicha calle, Norte con casa de Bartolomé Moreno, y Sur con casas de D. Joseph Muñoz, puede ganar cuatro ducados de arrendamiento al año. “

Todo apunta a que esta casa principal de la familia Pérez Malagón, podría coincidir con el inmueble que en la actualidad ocupa el nº 6 de la citada Calle Pérez.

 

Posible casa familiar de los Pérez Malagón

Así lo podrían confirmar tanto sus dimensiones y distribución interior, como los espectaculares sillares de piedra que aún se conservan en la fachada a Poniente de la edificación, y que nos indican, que no se trata de una casa cualquiera, sino de un edificio realizado por una familia con posibles, que no escatimó gastos durante su construcción. Estudios históricos y arquitectónicos, aún por realizar, podrían confirmar en un futuro esta hipótesis de trabajo.

 

Sillares de Piedra de la casa nº6 de la Calle Pérez. Detalle.




Recreación Calle Pérez, al fondo la casa nº 6

El segundo hijo, Juan Pérez Malagón y Muñoz, nacido en 1698, tuvo un serio enfrentamiento con el Ayuntamiento de Cúllar, cuando en el año 1726 pretendió evitar ser reclutado como parte de los soldados de milicias que cada año debía aportar la Villa a los Reales Ejércitos, alegando la presunta nobleza e hidalguía de su padre y por tanto del propio joven, pero los tiempos habían cambiado, y la familia Pérez Malagón ya no gozaba del reconocimiento social que otrora había adquirido su progenitor, sino todo lo contrario.

Esta es la dura y rigurosa contestación que le dieron los Señores del Cabildo cullarense ante la petición que hacía el joven miliciano:

“Joan Pérez Malagón, vecino de esta Villa, ante los Señores, Concejo y Justicia de Cúllar presentó unos papeles, que en una pieza constan de 16 hojas, y que tienen por cabeza un Título de Teniente de Gobernador de esta Villa expedido a favor de D. Alfonso Pérez Malagón, su padre, y un decreto del Excelentísimo Señor Capitán General de las Costas de este Reino, que todo trata de haberse alistado el dicho D. Alfonso para servir a Su Majestad en el año pasado de 1706 por decir era Hombre Noble, pretendiendo por todo ello el dicho Joan Pérez, no incluirse en el Sorteo de tres hombres que se iba a hacer de orden de Su Majestad.”

Pero una vez vistos y reconocidos los papeles por los Señores del Concejo, estos expresaron: “No tener fundamento alguno de Hidalguía el dicho D. Alfonso, y ser muy voluntario el susodicho en la expresión de llamarse noble, siendo así que para ello debía de tener aprobación de la Real Sala de Hijosdalgo, lo que no ha tenido jamás el dicho D. Alfonso, antes sí les consta a Sus Mercedes haber estado, y sus antecesores, en esta Villa en el grado vulgar que los demás hombres buenos llanos pecheros, cumpliendo como tales, según consta de los Memoriales y Libros Capitulares, por lo que dijeron no ha lugar a la excepción que pretende Joan Pérez Malagón de no entrar en el expresado sorteo por ahora, y hasta tanto que se mande por SM y Señores de la Sala de Hijosdalgo de la Real Chancillería de la ciudad de Granada, a quien en caso necesario se consulte.”.

El tercero de los hijos varones de Don Alfonso, Don Miguel Pérez Malagón y Muñoz, nacido en 1701, contrajo matrimonio en la Iglesia Parroquial de Cúllar en 1724, con Doña Isabel Ana Martínez Muñoz y Carrión, hija de otras de las familias “nobles” de la Villa, con la que mantenían lazos de parentesco y consanguinidad.

Don Miguel Pérez, con tan solo 24 años, obtuvo la vara de Regidor del Concejo de Cúllar. Como anécdota, hemos de señalar, que siendo miembro del Cabildo cullarense en 1725, el Ayuntamiento nombró al primer mayordomo de la Ermita del Patrón San Agustín del que tenemos constancia documental:

 “En la Villa de Cúllar, en veintiocho días del mes de mayo de mil setecientos veinte y cinco años, Sus Mercedes los Señores D. Joan Guerra y Tercero, Abogado de los Reales Consejos, Gobernador y Justicia Mayor de esta Villa; D. Leonardo Muñoz y Carrión, y D. Bernabé Díaz, Alcaldes; D. Miguel Pérez Malagón y Antonio Moreno Baides, Regidores, Concejo, Justicia y Regimiento de esta villa, estando juntos en forma de Cabildo, dijeron: Que habiendo como hay en esta Villa una ermita de el Señor San Agustín, Patrón de esta Villa, y que ésta no está con el aseo y reverencia que se debe, ya por la celebración de las misas que en ella se dicen, como por la imagen de dicho santo, como también por ser tal patrono de esta Villa, todo ello a causa de no haber Propios ni rentas en ella con que poder tener todo en dicha ermita con la mayor decencia, manteniendo para ello una persona que lo cuidase para mayor veneración del Culto Divino.

Y habiendo como hay la experiencia de que Martín Cortés, vecino de esta Villa y sastre de profesión, es hombre en que se experimenta mucho celo, fervor y aplicación para el aseo de dicha Ermita, costeando por sí diferentes alhajas para el aseo y servicio del Altar de ella, y cuidando de la imagen en todo, como que haya luz manteniéndose continuadamente la lámpara a su costa y con suma decencia, y para que en el susodicho se aumente dicho fervor y aplicación, desde luego Sus Mercedes le nombraron por Mayordomo de dicha Ermita, y como tal sea exento y libre de todo aquello que esta Villa por sí le pueda librar, para que goce de ello en remuneración de la dicha asistencia, fervor y cuidado que en la dicha Ermita de San Agustín tuviese.”

Del matrimonio de Don Miguel Pérez Malagón y Doña Isabel Ana Martínez, nacieron tres hijos: Don Nicolás, que estuvo ausente muchos años de Cúllar y que murió sin sucesión; Doña Antonia, que nunca contrajo matrimonio, y el mayor de todos ellos, Don Alfonso Pérez Malagón y Martínez, nacido en 1728, y con el que continúo la saga familiar, como ahora veremos.

Como era lo habitual en ese tiempo, al nacer el primogénito se le bautizaba con el nombre de pila del abuelo paterno, es por ello que desde su más tierna infancia, recaerían en el joven Don Alfonsito todas las preeminencias y privilegios familiares.

En 1755, a la edad de 27 años, su tío materno y Fiscal de la Villa, Don Nicolás Martínez Muñoz, le nombra para la vara de Teniente de Fiscal de la misma, merced concedida perpetuidad por el Rey, y que pasaba de padres a hijos, o de tíos a sobrinos, como en este caso:

 “D. Nicolás Martínez y Muñoz, Fiscal en esta Villa por S. M. nombró por su Teniente Fiscal a D. Alfonso Pérez, su sobrino, vecino de esta Villa, persona apta y benemérita, en quien concurren todas las calidades y condiciones que se requieren para el uso y ejercicio del referido oficio. Entregándole una vara de Justicia para que así le tengan por tal Teniente de Fiscal, y en cuanto ejerza dicho oficio, el dicho D. Nicolás no usará en modo ni manera alguna de lo que tiene cedido al referido D. Alfonso, especialmente no llevará la insignia de Justicia en esta Villa, su término y Jurisdicción, ya que la única vara que ha de haber por dicho empleo de Fiscal en esta Villa es la que se entregaré a D. Alfonso”.

Años después, en 1761, nuestro Don Alfonso Pérez ya ocupa también cargos de importancia en el Ayuntamiento, como uno de los Alcaldes Ordinarios de la Villa, tal y como lo habían hecho décadas atrás su padre, su abuelo y su tíos, tanto paternos como maternos.

 La Etapa Almeriense de los Pérez Malagón.-

Así las cosas, la historia de esta saga familiar cambia de manera drástica cuando Don Alfonso Pérez Malagón y Martínez, decide abandonar el pueblo de Cúllar, para ocupar la Vara de Regidor Perpetuo en la ciudad de Mojácar.

Mojácar a principios del Siglo XX.
(Foto original de Kurt Hielscher)

El empleo de Regidor Perpetuo era un cargo vitalicio que otorgaba a la persona nombrada, el derecho de ocupar ese puesto de forma permanente, sin necesidad de nuevas elecciones o renovaciones. Estos regidores, a diferencia de otros que eran elegidos temporalmente, solían representar a la nobleza local y a los linajes urbanos, que previo pago pecuniario, obtenían estos puestos de cierta relevancia social, y lo más importante, no ser gravados con impuestos directos, cargas concejiles, alcabalas, y otros arbitrios.

El motivo de ir a ocupar este cargo público a tierras almerienses es muy sencill0, pero propio de un folletín novelesco.

En el año 1761 llega a nuestra localidad Don Diego de Urrutia, nombrado por el Señor de Cúllar para ejercer como Juez de Residencia en ella. Este personaje, natural de Vélez Rubio, era  también Regidor Perpetuo de la ciudad de Mojácar, y tenía una hija, Doña María Teresa Urrutia, casada con el Gobernador de la Villa de Cúllar, Don Antonio Morcillo y Toral. Este gobernador apenas duró cuatro meses en el cargo, ya que falleció a finales de aquel mismo año de 1761, dejando viuda a la joven Doña María Teresa.

Pero su viudez no duró mucho, ya que al poco tiempo casó en segundas nupcias con nuestro Don Alfonso Pérez Malagón y Martínez, que lógicamente años más tarde, al fallecer su suegro Don Diego de Urrutia, renunciaría a favor de él,  el empleo de Regidor Perpetuo de Mojácar.

No sabemos la fecha exacta en la que Don Alfonso dejó Cúllar para ir a ocupar este nuevo ministerio en tierras almerienses. En todo caso antes de 1776, ya que, como tal Regidor Perpetuo, aparece en el relación de miembros de la Sociedad Económica de Amigos del País de Vera, una institución ilustrada cuyos miembros pertenecían a las élites más destacadas de aquella comarca.

Años más tarde, sabemos algo más sobre su destino y ocupación, gracias a un protocolo notarial formalizado ante el escribano de Cúllar, con motivo del fallecimiento repentino de su hermano Don Nicolás Pérez, en Mayo de 1782, en el que actuó como testigo: “Don Alfonso Pérez Malagón, natural de esta Villa de Cúllar, casado y vecino en la actualidad en la ciudad de Mojácar y Regidor perpetuo en ella, en su anejo y lugar de Turre donde ha ejercido la Jurisdicción ordinaria por nombramiento del Sr. Alcalde Mayor de Vera”.

Parece ser que su gestión como Regidor no fue del todo acertada, pues en 1776 la Real Justicia se querella contra Don Alfonso Pérez Malagón y el escribano de Mojácar, “por usurpación de jurisdicción y otros excesos, tales como ir a cobrar propinas a Turre.” Y por si fuera poco, en 1789, Don Alfonso figura como deudor del Real Pósito de Mojácar, por  de un débito de 36 fanegas y 6 celemines de trigo.

Del matrimonio de Don Alfonso y Doña María Teresa nacieron tres descendientes, Doña Isabel Ana, Doña María de la Concepción y Don Antonio Josef Pérez Malagón y Urrutia, todos naturales y avecindados en Mojácar.

Años después, en Noviembre de 1792, viejo y enfermo, Don Alfonso Pérez vuelve a Cúllar para ordenar su extenso patrimonio y redactar su testamento y últimas voluntades. Estos documentos notariales aportan muchos datos interesantes a su biografía personal y familiar, especialmente su vinculación con la devoción a la Virgen de los Dolores cullarense, que tiempo después, ya en el Siglo XIX sería nombrada Patrona de la localidad.

Testamento de D. Alfonso Pérez Malagón Martínez y Muñoz registrado ante Don Diego Torcuato Jiménez Tamayo, Escribano de la Villa de Cúllar, el 21 de Noviembre de 1792:

 “Sepan cuantos vieren este testamento y última voluntad, como yo, D. Alfonso Pérez Malagón Martínez y Muñoz, hijo legítimo de D. Miguel Pérez Malagón y Dª Isabel Ana Martínez y Muñoz, mis padres ya difuntos, naturales que fueron y soy de esta Villa de Cúllar, vecinos que fueron de ella, y yo al presente lo soy de la Ciudad de Mojácar, enfermo de cuerpo en cama, en casa de Dª Antonia Pérez, mi hermana, vecina de esta villa, declaro:

 Que por mi fallecimiento quiero ser sepultado en la Iglesia Parroquial de esta Villa, en la sepultura que tengo por mía propia, y que está al pie del Altar de Nuestra Señora de los Dolores, que se sirve y se venera en esta Iglesia. Cuya Capilla, Imagen y demás es mío propio por juro de heredad, y mando que por mi muerte se digan por mi alma e intención 20 misas rezadas, en la Parroquial de esta Villa, y así mismo otra misa en el Altar de Privilegio que hay en dicha Iglesia.

 Declaro estay casado con Dª María Teresa Urrutia, natural de la Villa de Vélez el Rubio, viuda que fue de D. Antonio Morcillo, quien obtuvo el empleo de Gobernador y Justicia Mayor de esta Villa, en cuyo matrimonio parece no tuvieron sucesión alguna, pero sí en actual tenemos por hijos de ambos a Dª Isabel Ana Pérez Urrutia, casada con D. Josef Antonio Flores Caparrós, vecinos de la dicha de Mojácar; a Dª María de la Concepción y a D. Antonio Josef Pérez Urrutia, aunque mayores de 12 y 14 años, menores de 25, en el de estado honesto la primera, y en de mancebo el segundo.

 Declaro soy poseedor y dueño de la Vara de Oficio de Fiscal Real que hay en esta Villa, que dejó vinculado D. Alfonso Martínez, mi abuelo, que fue vecino de esta Villa y falleció en la ciudad de Granada.

 Y así mismo del Patronato que la Iglesia de dicha Villa y Capilla que se venera la Virgen de los Dolores, dejó D. Fabián Martínez, mi tío, por cuyo fallecimiento recayó todo en D. Nicolás Martínez, también mi tío, su último poseedor.

Cuyo vínculo y patronato, según sus llamamientos y línea de suceder, corresponden ambos por mi fallecimiento a D. Antonio Josef Pérez Urrutia, mi hijo, a quien nombro por primer llamado de dicho vínculo y patronato, y por su fallecimiento a sus hijos, nietos y descendientes, prefiriendo el mayor al menor, y el varón a la hembra.

 Y acabada dicha línea a la dicha Dª Isabel Ana Pérez Urrutia, también mi hija, y por su fallecimiento a sus hijos y descendientes bajo la misma preferencia, y acabada dicha línea, en tercer lugar, a Dª María de la Concepción Pérez Urrutia, también mi hija, y acabada dichas líneas, al pariente más cercano, de modo que dicho Vínculo y Patronato nunca salga de mi familia.

 Y a cada uno de por sí, los nombro por Patronos de dicha Capilla y poseedores vitalicios de la casa y huerta que llaman “De los Dolores” que poseo en el Caño que llaman del Cencerro, vega de esta Villa, casi extramuros de la población, cercada de setos y poblada de diferentes árboles, su cabida de 6 fanegas de tierra blanca, linda a Levante con tierras de D. Nicolás Antonio Gómez y del Monasterio de San Jerónimo de Baza, Poniente un callejón, y Norte la acequia y caz del Molino de las Casas, cuyo predio por ningún acontecimiento se ha de enajenar ni pasar la administración a otra persona que a la que corresponda, según los llamamientos que dejo hechos.

 Y lo mismo de la Vara del Oficio de Fiscal Real, cuyo predio lo señalo para que con sus réditos se cumpla la dotación que llevo expuesta y expuso en cláusula de su testamento, D. Nicolás Martínez, mi tío, procurando el aumento de dicha capilla de los Dolores y costeada de todo lo necesario, y que el residuo o sobrante de los réditos de dicha Casa y Huerta, lo perciban para si los suyos o quien sus derechos hubiere.” 

El Fin de una estirpe. El proceso judicial contra el último Malagón.-

No sabemos a ciencia cierta cuando falleció Don Alfonso Pérez Malagón y Martínez, sin duda antes de 1796 como ahora veremos, pero a partir de ese momento ninguno de sus descendientes volvió a residir en Cúllar, no obstante, para finalizar con la genealogía de esta notable y poderosa  familia, hemos de reseñar un sombrío suceso que muestra como todavía a finales del Siglo XVIII, el apellido Malagón continuaba infundiendo respeto y temor a partes iguales.

Se trata de la causa criminal instruida en Mojácar en 1796, contra Don Antonio Joseph Pérez Malagón y Urrutia, el único hijo varón del difunto Don Alfonso Pérez Malagón, acusado de tener tratamientos ilícitos con una mujer casada y de dejar embarazada a una joven soltera.

Todo este expediente judicial lo conocemos, gracias al completo y documentado artículo del Profesor de Derecho de la Universidad de Almería, Miguel Ángel Morales Payán, publicado en 2020 en la Revista de Derecho de la Universidad de Lisboa, Vol. LXI- Nº 2, (páginas 488 a 498) titulado «La vigilancia del “estado honesto” de la mujer por la justicia almeriense durante la crisis del Antiguo Régimen».

Todo comenzó, cuando en la mañana del 9 de Enero de 1796, José Ruiz Belmonte, vecino de Mojácar se presentó ante el Alcalde Mayor de aquella ciudad para denunciar “que Andrea Flores, mi mujer, está siguiendo una apasionada y escandalosa amistad con Don Antonio Pérez Malagón, de esta vecindad, mozo soltero (tenía tan solo 18 años y por tanto era menor de edad según la legislación de la época), llegando el caso que, en el día de ayer venir yo de mi trabajo y no hallando a mi mujer en mi casa, la solicité y encontré en casa de Antonia Cruz, una convecina, pero viendo que la dicha mi esposa salía de aquella casa sin estar dentro su dueña, y estando a oscuras en hora de las ocho de la noche, me causó novedad. Y procurando saber si estaba sola, me encontré con el referido Don Antonio, que como escondido estaba detrás de la puerta de la referida casa, de donde mi mujer salió al instante, y creciendo mi sospecha llamé al también vecino Gaspar Belmonte, y le dije que viera al citado Don Antonio en qué situación se hallaba. A lo que el expresado Don Antonio me respondió, que atendiera a que era Malagón, y que así de ningún modo quería que se le acusase, y que aunque fuera en Misa me la pegaría. En cuyo estado me hallo lleno de congoja y viendo mi estimación abandonada y afrentado, de cuasi no me determino andar por las calles, creyendo que me señalarán los que me conozcan.”

Al día siguiente el Alcalde Mayor mando llamar a los testigos del suceso, entre ellos al vecino Gaspar Belmonte, que había presenciado los hechos a requerimiento del marido denunciante, el cual  explicó con todo detalle lo que había visto aquella noche, y no solamente eso, sino que además atribuyó al joven Antonio Joseph Malagón Urrutia, otras relaciones con diversas mujeres del municipio:

“Que el dicho testigo asevera haberse encontrado con José Ruiz en la calle buscando a su mujer, Andrea Flores, a la cual encontraron sin mantilla en la puerta de la casa de Antonia Santa Cruz, y dijo que había ido a casa de su vecina a por un poco de leña. Y entonces el referido su esposo, José Ruiz, le pidió al declarante que le hiciera el favor de entrar en las casas de la dicha Antonia y reparara quien estaba en ella, y mirando dentro encontró en las escaleras embozado a Don Antonio Joseph Malagón. Y por último añadió, que ha oído decir en esta ciudad, que el Malagón está causando bastante escándalo con la amistad ilícita que mantiene con la Andrea Flores, y otras mujeres casadas y solteras, pues tanto ha llegado su voracidad de infamia, que tiene a Catalina Heredia, joven pobre y soltera, embarazada de algunos meses, y que todo esto nace de ser persona vaga y sin ocupación alguna.”

Reunida toda esta información, se ordena la prisión del joven Antonio Malagón y el embargo de todos sus bienes. Lo primero se ejecuta de inmediato al día siguiente: “Don Esteban de Zentas Doncel, Teniente Alguacil Mayor de esta ciudad de Mojácar compareció en las casas de morada de Doña María Teresa Urrutia, viuda de Don Alfonso Pérez Malagón, y estando en ella su hijo Don Antonio Joseph Pérez Urrutia, le prendió y fue conducido a estas Reales Cárceles, en las cuales quedó encerrado en uno de sus calabozos.”

En cuanto a la orden de embargo de sus bienes, esta no pudo llevarse a efecto con tanta rapidez, pues tras las averiguaciones oportunas, se constató que el reo no tenía bienes en dicha ciudad, pero sí en la Villa de Cúllar:

“Incontinenti, dicho Teniente de Alguacil Mayor de esta Audiencia, pasé al embargo de los bienes del referido Don Antonio Joseph, y en el acto se le informó que no tenía ninguno en esta ciudad, pero que si poseía bienes raíces en la jurisdicción de la Villa de Cúllar.”

Poco tiempo paso el joven Don Antonio Pérez Malagón en prisión, ya que al día siguiente, eleva un escrito al Alcalde Mayor de Mojácar, haciéndole saber su delicado estado de salud, solicitándole ser trasladado a la casa de su madre para guardar reposo y recibir cuidados médicos. El alcalde mayor accede a tal petición, una vez realizados los oportunos reconocimientos por uno de los médicos de la localidad.

Sin embargo, días después, sorprendentemente, la causa judicial se cancela cuando el marido denunciante, José Ruiz, quizá de motu propio, pero sin duda alguna presionado o compensado económicamente por la familia Malagón, presenta un extenso escrito rogando que el pleito sea sobreseído:

 “José Ruiz Belmonte, marido y conjunta persona de Andrea Flores, de esta vecindad, ante Vuesa Merced, en la mejor vía y forma que haya lugar, digo: Que en el momento en que formé el primer escrito contra dicha mi mujer y el citado Malagón, fue por siniestros informes y malas intenciones que díscolos genios me propusieron. Y que he venido a sacar en claro, que la expresada mi consorte guarda y ha guardado el honor de su nacimiento, y que no ha podido por este respecto darme el menor disgusto. Pues si ha tratado con el Malagón, ha sido con el decoro debido a nuestro matrimonio, no siendo persona él que me pudiera injuriar. Y así reconocido, estoy ya días hace, haciendo vida maridable con la expresada Andrea, que aunque ofendida (con justa causa) de las falsas maledicencias, trata corresponderme a la estimación y santa unión del matrimonio. Y en atención a que el referido Don Antonio Pérez Malagón ha padecido los mayores quebrantos en su persona con motivo con la terquedad con la que yo he procedido, no es justo ni arreglado a derecho que continúe por más tiempo reo del crimen que le atribuí, pues como persona hacendada en la Villa de Cúllar, se mantiene con su madre y sin causar escándalo alguno.

Por cuyas reflexiones y al objeto de dar fin al proceso, a Vuesa Merced suplico, se sirva sobreseer los indicados autos judiciales.”

 

Recreación Digital Plaza de Cúllar. En el centro la Calle Pérez

Epílogo.-

 A partir de ese momento la presencia del apellido Malagón en Cúllar se va difuminado con el paso de los años. Con la llegada del nuevo Siglo XIX emergen nuevas oligarquías locales de ricos propietarios, con familias como los Romero, Jiménez y otros, que poco a poco van acaparando puestos de relevancia política,  tanto en el ayuntamiento como en la sociedad cullarense.

En agosto de 1800, el cortijo y labor de Malagón, ya aparecen en la documentación histórica como propios de la familia de Don Pedro Romero, a la sazón también dueños de los Cortijos de la Bermeja, El Sillero, Las Vertientes y de la Cortijada del Saúco. 

Los pocos bienes que aún mantenían los Pérez Malagón en la localidad fueron mal vendidos por sus herederos, sobre todo después de la muerte repentina, de Don Antonio Joseph Pérez Urrutia y de su hermana Isabel Ana, con apenas un par de años de diferencia.


Calle Pérez  esquina Ayuntamiento,  en la actualidad.




Desde ese momento, los pasos y la figura de este linaje familiar dejaron de recorrer las calles de Cúllar y también los campos del viejo Cortijo de Malagón. Mientras que bajo aquellas piedras y aquellas tierras, reposaba una pequeña estatuilla de marfil, con más de 4.000 años de antigüedad y sin nombre, que aún debería esperar casi dos siglos más, para ser bautizada como el "Ídolo de Malagón".


  Yacimiento Arqueológico de El Malagón, con el  Cortijo del mismo nombre al fondo.                               




Por Adrián Castillo Fernández

Director de Radio Cúllar

Investigador y Divulgador de Historia Local

 


Bibliografía y Documentación:

 Archivo Histórico Municipal de Cúllar (AHMC)

 Archivo Parroquial de Cúllar (APC)

 Archivo Protocolos Notariales de Granada (APNG)

«El Ídolo de “El Malagón” (Cúllar-Baza. Granada)». Antonio Arribas Palau. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad De Granada, Volumen 2, 1977, págs 63–86.  https://doi.org/10.30827/cpag.v2i0.721

 «Aportes al estudio de las primeras ocupaciones humanas en el sur de la Península Ibérica. El caso de Cúllar-Baza 1». Ramón Torrente Casado. Arqueología y Territorio, ISSN-e 1698-5664, Nº. 7, 2010, págs. 1-19

 «El origen del concejo y la formación de la oligarquía ciudadana en Baza (1492-1520)». Javier Castillo Fernández. Chronica nova: Revista de historia moderna de la Universidad de Granada, ISSN 0210-9611, Nº 20, 1992, págs. 39-74.

 «Catastro de Ensenada. Respuestas Generales de la Villa de Cúllar». Transcripción completa realizada por Juan Antonio Carrión Sánchez. (Pendiente de publicación)

 «La vigilancia del “estado honesto” de la mujer por la justicia almeriense durante la crisis del Antiguo Régimen». Miguel Ángel Morales Payán. Revista da Faculdade de Direito da Universidade de Lisboa, ISSN-e 0870-3116, Vol. 61, Nº. 2, 2020, págs. 479-506.