Durante la Guerra de la Independencia
Española, la Villa de Cúllar, como casi todo el resto de localidades de la
Comarca de Baza y Huéscar, sufrieron la dominación de los Ejércitos
Napoleónicos durante espacio de dos años, desde la primavera de 1810 en que las
tropas del General francés Horace Sebastiani llegaron por primera vez al
Altiplano Granadino, hasta septiembre de 1812 en que tuvo lugar la retirada
definitiva del Ejército Francés de toda Andalucía.
(General francés D. Horace Sebastiani)
Durante todo ese periodo,
Cúllar, al estar situada en el Camino Real de Granada a Murcia, fue liberada
temporalmente varias veces, gracias a las diversas ofensivas de las Tropas
Españolas que se encontraban acantonadas en el vecino Reino de Murcia.
Una de las más importantes
acciones del Ejercito Español, fue la que tuvo como objetivo la toma de Baza y
la expulsión de los franceses en retirada hasta la Venta del Baúl, donde se
hicieron fuertes debido a lo escarpado del terreno y la oposición de las tropas
enemigas procedentes de Guadix y Granada.
Ante la imposibilidad de
continuar con la ofensiva, el responsable máximo de la vanguardia
española, el General de Caballería Don Manuel Freire, decidió a primeras horas
de la noche del 17 de mayo de 1812, proceder a la retirada de sus tropas hacia
Baza y Cúllar, toda vez que la presencia cada vez más numerosa de soldados
franceses, hacía imposible mantener por más tiempo aquella posición.
(General D. Manuel Freire de Andrade y Armijo)
A las 12 de la madrugada de aquel día
mandó abandonar sus posiciones sobre el Barranco de la Venta del Baúl, y de
manera silenciosa y escalonada, los regimientos españoles emprendieron una
larga marcha, que les haría recorrer, en tan solo 36 horas, las más de 20 leguas, casi 100 kilómetros, que separan dicho lugar
de la villa de Vélez Rubio.
(Mapa de la época donde se puede visualizar el recorrido realizado por las Tropas Españolas.)
Esta es la epopeya que vivieron aquellos
esforzados héroes anónimos de la Guerra de la Independencia, durante los dos
incansables días de marcha a pie y a caballo, con las tropas francesas pisándoles
los talones y atacándoles continuamente desde la retaguardia. El resultado más
de 20 soldados y oficiales españoles muertos, tres centenares de prisioneros en
manos francesas, y casi un millar de dispersos o desaparecidos, la mayoría de ellos después de enfrentarse en el Barrio de las Eras de Cúllar al ejercito invasor.
Este es el Parte Oficial de Guerra
redactado semanas más tarde por el Cuartel General del 3er. Ejército, con base
en Lorca, de esta incursión y posterior repliegue de las fuerzas españolas.
“A las 12 de la noche se puso en
retirada desde la línea de la Venta del Baúl, la sección de Infantería con dos
piezas de Artillería ligera, y a la media hora después de aquella la emprendió
la Sección de Caballería que constaba de
460 caballos.
A la madrugada pasó la Infantería por Baza, y a las 5 y media de la mañana llegó al Río de Baza donde hizo un pequeño alto, siguiéndole la Artillería sin detenerse para Cúllar, escoltada por el 2º Regimiento Provisional de Caballería. Después de pasar el Río la Infantería y cuando principiaba a subir por los recodos o callejones que forman las alturas de uno y otro lado del camino, se veían por Cuesta Blanca, una legua distante de Baza, la tropas francesas que se acercaban a todo galope.
Al subir al llano nuestra Infantería, vieron que ya salían las
guerrillas enemigas de Baza, entre tanto el grueso de su Caballería se acercaba
al nuestro Regimiento al trote y cayendo sobre nuestras columnas, que algunas
se hallaban en movimiento para pasar el Río y desfiladero inmediato y otras
estaban en su entrada o embocadero, se introdujo el desorden en nuestra
retaguardia, que defendiendo a los Cuerpos que se hallaban marchando, resulto
parte de ella prisionera., tomando varias direcciones sobre los flancos los que
quedaron atrasados del enemigo y pudieron no caer en sus manos.
En este estado el Mariscal de Campo D. Manuel Freire, dispuso que las
tres Compañías del Regimiento de las Alpujarras que venían a retaguardia de la
columna de Infantería tomasen posición en las pequeñas alturas sobre el camino,
y a media legua de distancia del Río, lo que visto por el enemigo se contuvo y
dio lugar a ordenarse nuestra Caballería, que en la Venta del Peral se reunió
con la Sección de Infantería, continuando esta su marcha con el mayor orden
hasta Cúllar, donde hizo alto y tomó posiciones.
La Caballería llegó a la Villa de Cúllar a las 9 y media de la mañana y formó en batalla en las alturas que dominan el pueblo y sobre el Camino Real que va a Vertientes.
A las 3 de la tarde, reforzados los enemigos con su Infantería, principiaron a marchar para atacar el pueblo de Cúllar, por cuya razón emprendió la retirada nuestra vanguardia en dos columnas, la 1ª compuesta de los Cuerpos de Caballería y la 2ª de los de Infantería dividiéndose en dos diferentes direcciones, esta última por el camino de herradura que corre inmediato a las Sierras del Periate, y la otra por el de Orce y María viniendo a reunirse a la legua de Cúllar los dos caminos.
Luego que los enemigos entraron en Cúllar, se extendieron rápidamente
por el Camino de Vertientes, cogieron algunos carros que llevaban 2.000
raciones de pan y alguna cebada. La Compañía de Cazadores de Alpujarras cuándo
se retiraba a incorporarse a su Cuerpo, se halló con los enemigos en la Eras
del pueblo y en ese encuentro fue dispersada y parte prisionera.
Los enemigos siguieron con guerrillas a los nuestros y se dejaron ver escuadrones que marchaban en prolongación de su flanco izquierdo en dirección a Orce, con el objeto al parecer de seguir la marcha que llevaba nuestra Artillería.
Los enemigos siguieron con guerrillas a los nuestros y se dejaron ver escuadrones que marchaban en prolongación de su flanco izquierdo en dirección a Orce, con el objeto al parecer de seguir la marcha que llevaba nuestra Artillería.
A la legua de Cúllar, hizo alto nuestra Caballería para esperar a la
Sección de Infantería que bajase y atravesase una pequeña llanura, verificado,
se puso aquella en movimiento por escalones, destacándose la Brigada de
Carabineros Reales y el Escuadrón Alejandro Farnesio para conservar el flanco
izquierdo que estaba amenazado por la Caballería enemiga.
En las Vertientes hicieron alto las dos armas y descansó la tropa por
espacio de dos horas, al llegar la noche se emprendió la marcha descendiendo el
Camino Real para Vélez Rubio, llegando a media noche al Chirivel, donde se hizo
un alto de hora de hora y media, y prosiguió sola la Infantería.
Al salir el sol del siguiente día, lunes 18, prosiguió su marcha la
Caballería al citado punto de Vélez Rubio, donde llegó a las 8 de la mañana y
encontró allí a la Sección de Infantería que lo estaba desde las 6 de la
misma”.
Días después se publicó el Listado oficial de bajas, prisioneros y dispersos. Durante aquella larga marcha
fallecieron 20 soldados y oficiales, más de 300 fueron hechos prisioneros,
mientras que 969 huyeron y fueron catalogados como extraviados o dispersos. Se perdieron también mas de 200 caballos.
(Parte Oficial de Bajas Ejército Español)
Fuente: Archivos PARES
El 22 de mayo, y desde Lorca, el
General Freire explicaba en su propio informe militar los motivos de tantos
hombres desaparecidos.
“Las causas de esta disminución no puedo atribuirlas sino al cansancio
del soldado, a su mal calzado, a la oscuridad de la noche, a la facilidad con
que son acogidos en los pueblos, como hijos del País, y a la esperanza de
mejorar su suerte en las Partidas donde los trabajos y riesgos son menos, y
mayor la libertad e indisciplina.
Me he convencido que los Jefes de Cuerpos y
el Brigadier Luis Michelena, y los Oficiales de Estado Mayor han trabajado con
el mayor celo, pero es imposible contener a los soldados que en la oscuridad
escogían el momento de evadirse entre arboledas y matorrales; el no haber comido
rancho el 17 fue también una razón para su desfallecimiento, y el haber andado
por los montes y peñascales con una ligera alpargata, y sin el menor resguardo,
desnuda la pierna, ocasionó vejigas, hinchazón y aún heridas en crecido número
de soldados, lo cual les inutilizó para seguir el movimiento.”
Sirva desde aquí nuestro recuerdo a aquellos esforzados
hombres que, heroicamente y sin apenas vestuario y pertrechos, fueron
protagonistas de aquella infatigable y larga “Gran Marcha”.
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